(Remitido hoxe por mail ao Club Faro e o director do xornal)
O día 21-05-12 ao
comenzar a conferencia do embaixador de Israel no Auditorio do Areal,
intentei facer públicamente unha
pregunta aos responsables do Club Faro de Vigo.
A miña pregunta, moi
sinxela, non se escoitou, porque entenderon que tal intromisión era unha amenaza contra a liberdade do acto.
Arremeteron en masa contra o que solicitaba unha resposta, con berros e
aplausos ao embaixador, e co director do xornal erguido da súa butaca berrando.
Precioso exemplo.(Existe video). Non só isto senón que os insultos, e as amenazas dun policía nacional de civil, e
algún exaltado, fixeron imposible a pregunta.
Claramente non dirixín a pregunta ao embaixador posto que
non teño o mais mínimo interese en falar con él, polo que representa, e por iso
estaba situado ao carón dos responsables do acto.
A miña pregunta era :
"Supoño que os responsables do Club Faro de Vigo son
partidarios da legalidade internacional que emana dun organismo como a ONU, tan
pouco sospeitoso de antisionismo. Sendo así, como é posible que Faro de Vigo e o seu Club, coa colaboración
da Deputación Provincial de Pontevedra, conviden a dar unha conferencia ao
representante do país que mais Resolucións da ONU incumpre da historia, moitas mais Resolucións incumpridas que
todo o resto de Estados xuntos...e non só Resolucións , senón que todos os Relatores da ONU para os
Dereitos Humanos , manifestan informes negativos e contrarios a Israel?
Ou é que teñen outras razóns ocultas?
Xa sei que vostedes dirán que xa lle deron a palabra a un
cidadán e empresario palestino, e agora teñen o mesmo dereito a darlla ao
embaixador. Pero existe un pequeno problema.
O citado cidadán non incumpre ninguna Resolución
Internacional. mentres que Israel e polo tanto o seu representante, ten centos
delas incumpridas.
Grazas o seu apoio, e a quenes como vostedes non lles importa a citada legalidade, o Estado de
Israel, segue na mais absoluta das impunidades, sen facer caso a ditas
Resolucións.
Seguindo os seus feitos, podería suceder que en tempos
pasados o embaixador de Sudáfrica tivera un posto de conferenciante no seu
selecto Clube para publicitar o seu moderno país, e días despois alguna das
súas vítimas nos contará os males do apartheid. E para que non crean que son un
negacionista, tamén poderían invitar a algún xudeo salvado do Holocausto nazi e
o mismísimo neto de Hitler, para que explicara a súa modernidade. Parece que a
vostedes góstanlle moito os netos dos dictadores. Total a liberdade para vostedes e así, igualan ás víctimas cos
verdugos.
Non queden coa idea, simple, de que unha decena de
pro-palestinos intentaron boicotear o acto, como publicaron ao día seguinte.
Nin crean que vou facer apoloxía dos
horrores que día a día vive o pobo palestino. Queden coa idea de que houbo unha
prohibición do subdelegado do goberno dunha concentración na porta do Auditorio
do Areal, por defectos de forma...a legalidade?. Que a Policía Nacional tiña
rodeado o edificio e que no interior tamén había policía. Mais legalidade?...
pero pagada por todos. Que vostedes usaron un edificio público, como si fora
seu e ten que existir un responsable directo desta cesión, corresponsable como
a Deputación de Pontevedra que colaborou nel. Legalidade?
Queden con estas ideas e non den o seu apoio a quen bulra a
legalidade internacional. Claro que pode suceder que cando eu decía no acto que
colaboraban con eles houbo quen respostou: Y qué! Y qué!
Como remate poden comparar a bonita e idílica crónica que o
día seguinte deron do acto, unha preciosidade moi moderna, co Informe que estes
días publica Amnistía Internacional (antisionistas?) sobre os Dereitos Humanos
en Israel.(Adxunto extracto do dito Informe).
Tamén poden decir: Y
qué? .Ou poden contarnos que as Resolucións da ONU, os seus Relatores ou os
Informes de Amnistía Internacional, para vostedes, son papel hixiénico.
Atentamente,
Xerome Calero DNI:--------------
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Informe 2012 de Amnistía
Internacional (Extractos)
Las autoridades
israelíes mantuvieron el bloqueo de la Franja de Gaza, prolongando así la crisis humanitaria del territorio, y continuaron
restringiendo la circulación de la población palestina en los Territorios
Palestinos Ocupados. En Cisjordania, incluido Jerusalén Oriental, las
autoridades siguieron construyendo la valla/muro, que discurría en gran parte
por territorio palestino, y ampliando los asentamientos, en contravención del derecho internacional. También demolieron
viviendas e instalaciones palestinas en Cisjordania, así como casas de familias
palestinas con ciudadanía israelí dentro de Israel, sobre todo en los pueblos
“no reconocidos” del Néguev. El ejército israelí utilizó con frecuencia fuerza
excesiva y, en ocasiones, medios letales contra manifestantes, en Cisjordania,
y contra civiles, en áreas fronterizas de la Franja de Gaza. Las fuerzas
militares israelíes mataron a 55 civiles en los Territorios Palestinos
Ocupados, incluidos 11 menores de edad. En Cisjordania aumentó la violencia de
los colonos israelíes contra la población palestina y se cobró la vida de tres
personas. En general, los colonos y militares israelíes acusados de abusos
contra la población palestina eludían la rendición de cuentas. Las autoridades no emprendieron
investigaciones independientes sobre los presuntos crímenes de guerra cometidos
por las fuerzas israelíes durante la operación “Plomo Fundido” de 2008 y
2009. Las autoridades israelíes detuvieron a miles de personas palestinas de
Cisjordania. Más de 307 fueron sometidas a detención administrativa, sin cargos
ni juicio, y otras fueron condenadas a prisión en juicios militares. Al
concluir 2011, Israel mantenía presas a
más de 4.200 personas palestinas. Siguieron recibiéndose informes sobre tortura
y malos tratos a personas detenidas.
Israel mantuvo su bloqueo militar de Gaza, en vigor desde
2007, y en marzo cerró el paso de Karni, con lo que Kerem Shalom pasó a ser el
único punto de acceso para mercancías, a pesar de su escasa capacidad. Con
el bloqueo se prolongó una crisis humanitaria que afectaba a toda la población
de Gaza: 1,6 millones de personas, más del 70 por ciento de las cuales
dependían de la ayuda humanitaria. Se mantuvo la prohibición casi total de
las exportaciones, que asfixiaba la economía, y la severa restricción de las
importaciones dio lugar a la escasez y al encarecimiento de los productos. El bloqueo constituía un castigo colectivo,
contrario al derecho internacional, y perjudicaba sobre todo a la población
infantil y a los enfermos. Las autoridades israelíes obstaculizaron o
impidieron la salida de Gaza de cientos de personas enfermas para recibir
tratamiento médico. En mayo, Egipto abrió el paso de Rafah a los habitantes de
Gaza, aunque controlando estrictamente los movimientos de entrada y salida del
territorio. Al menos 36 palestinos murieron en accidentes en túneles utilizados
para el contrabando de mercancías entre Egipto y Gaza o en ataques aéreos
lanzados por Israel contra dichos túneles. La marina israelí impidió el paso a
varias flotillas internacionales que trataban de romper el bloqueo de Gaza. En septiembre, un comité de investigación
de la ONU concluyó que el bloqueo naval de Gaza era legítimo, pero no abordó la
legalidad de todo el régimen de clausura que se imponía al territorio.
Más de 500 barreras y
puestos de control del ejército israelí seguían dificultando el acceso de la
población palestina a sus lugares de trabajo, escuelas y hospitales en
Cisjordania, al tiempo que Israel continuaba construyendo una valla/muro de
700 kilómetros que discurría en su mayor parte por territorio palestino y
separaba a miles de agricultores palestinos de sus tierras y recursos hídricos.
La población palestina de Cisjordania con permisos de entrada a Jerusalén podía
utilizar sólo 4 de los 16 puestos de control de la valla/muro. Se negaba a los palestinos el acceso a
zonas cercanas a los asentamientos israelíes, cuyo establecimiento y
mantenimiento violaba el derecho internacional. Aumentó la construcción de
asentamientos, y al concluir 2011 más de 500.000 personas vivían en
asentamientos de Cisjordania, incluido Jerusalén Oriental. Debido a las
restricciones de circulación, para llegar a la ciudad más cercana, unas 200.000
personas de 70 pueblos palestinos se veían obligadas a dar rodeos de dos a
cinco veces más largos que la ruta directa, lo que socavaba su acceso a
servicios básicos.
Por lo general, las autoridades israelíes denegaban el
permiso de construcción a los palestinos residentes en Jerusalén Oriental y en
la zona C de Cisjordania, donde Israel seguía teniendo plena autoridad en
materia de urbanismo, con lo que obstaculizaban el ejercicio de su derecho a
una vivienda adecuada. Las autoridades israelíes intensificaron en Cisjordania
la demolición de viviendas y otras edificaciones palestinas construidas sin
permiso, y durante 2011 destruyeron más de 620 estructuras. Como resultado de
ello, casi 1.100 palestinos se vieron desplazados, lo que supuso un incremento
del 80 por ciento con respecto a 2010; además, destruyeron 170 cobertizos para
animales y 46 depósitos de agua, lo que afectó a más de 4.200 personas. Debido
a su vulnerabilidad, resultaron especialmente damnificadas las comunidades
beduinas y de pastores, algunas de las cuales corrían peligro de ser
desplazadas permanentemente a causa de las severas restricciones de
circulación, las reiteradas demoliciones y la violencia de los colonos.
En junio, las fuerzas israelíes llevaron a cabo repetidas
demoliciones en Hadidiya, comunidad de pastores del norte del valle del Jordán,
donde destruyeron 33 estructuras y dejaron a varias familias
Las autoridades intensificaron también las demoliciones de
viviendas palestinas dentro de Israel, sobre todo en pueblos “no reconocidos”
oficialmente, donde se prohibía toda construcción. En septiembre, el Consejo de
Ministros aprobó planes para regular las construcciones beduinas “ilegales” en
la región meridional del Néguev que, de
aplicarse, podían suponer la expulsión forzosa de Israel de miles de ciudadanos
palestinos.
Las fuerzas israelíes emplearon munición real y fuerza
excesiva contra manifestantes palestinos en Cisjordania, así como contra otros
manifestantes en las fronteras de Líbano y Siria. También utilizaron estos
medios para obligar a respetar la “zona de exclusión” dentro de Gaza y en su
costa. Mataron a 55 civiles palestinos en los Territorios Palestinos Ocupados,
de los que 11 eran menores de edad. De ellos, 22 civiles, entre ellos 9
menores, murieron por fuego israelí en las zonas restringidas de Gaza, tanto
terrestres como marítimas. El ejército emprendió investigaciones internas sobre
algunos de estos incidentes, pero éstas no fueron independi Durante 2011, las
autoridades israelíes mantuvieron recluidos sin cargos ni juicio a un mínimo de
307 palestinos de los Territorios Palestinos Ocupados, en virtud de órdenes de
detención administrativa renovables, basadas en información que no se revelaba
ni a los propios detenidos ni a sus abogados.ntes ni transparentes.
Como venían haciendo desde junio de 2007, las autoridades
israelíes continuaron prohibiendo a los presos palestinos de Gaza recluidos en
prisiones israelíes recibir visitas de familiares. Aunque durante 2011 se
excarceló a más de 200, al terminar el año aún quedaban unos 440 en las
cárceles israelíes. Asimismo, las autoridades israelíes denegaban con
frecuencia los permisos de visita familiar a los presos cisjordanos, alegando
imprecisos motivos de “seguridad”.
Se seguía enjuiciando
a los palestinos de los Territorios Palestinos Ocupados ante tribunales
militares y se les negaba sistemáticamente el acceso a abogados durante los
interrogatorios en prisión preventiva. El 27 de septiembre, de conformidad
con la orden militar núm. 1676, la edad mínima para que los palestinos pudieran
ser juzgados ante tribunales militares israelíes pasó de 16 a 18 años.
Previamente, estos tribunales juzgaban a los niños de 16 y 17 años en las
mismas condiciones que a los adultos. Sin embargo, la nueva orden no exigía que
se facilitara a los menores de edad detenidos el acceso a asistencia letrada ni
que se evitara recluir junto con adultos a los que tuvieran más de 16 años.
Siguieron
recibiéndose denuncias de tortura y otros malos tratos, infligidos
incluso a menores de edad. Entre los métodos más citados figuraban las
palizas, las amenazas contra la persona detenida o contra su familia, la
privación del sueño y el mantener a los detenidos en posturas dolorosas y
atados con grilletes durante periodos prolongados. Los tribunales militares israelíes aceptaban como prueba confesiones presuntamente
obtenidas bajo coacción.
El Parlamento israelí
aprobó leyes que restringían la libertad de expresión y asociación, incluida
una norma que castigaba el llamamiento al boicot contra personas o
instituciones israelíes en Israel o en los asentamientos israelíes de
Cisjordania.
Las autoridades israelíes seguían negando el acceso a
procedimientos de determinación de la condición de refugiado a los solicitantes
de asilo eritreos y sudaneses, que representaban aproximadamente el 80 por ciento
de los 45.000 solicitantes de asilo presentes en Israel. Sólo se les facilitaba
documentación provisional y no se les permitía trabajar ni utilizar los
servicios públicos de salud y asistencia social. Únicamente se concedió la
condición de refugiado a un reducido número de solicitantes de asilo de otros
países.